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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

25 mayo 2012

25 de Mayo en otoño

Hace 212 años un grupo de hombres que eran porteños sin saberlo, tomaban el Cabildo de Buenos Aires, sede del gobierno virreinal de las Provincias Unidas del Río de la Plata, deponían al Virrey en nombre de los vecinos y juraban llevar adelante un nuevo gobierno constituido por criollos (entre ellos Alberti, mi Alberti, el de mi heterónimo de internet, el único sacerdote del grupo que formó la Primera Junta de Gobierno). Todavía ni Independencia, ni bandera, ni Himno ni nada de esa parafernalia que vendría después. Todavía ni siquiera guerra, ni balazos, porque no hicieron falta. Ni tampoco Patria, ni Argentina, ni mucho menos república.

 Unos por pedestres intereses económicos (porteños, porteños), por poder comerciar con las que eran las potencias europeas de la época (que ya no eran España); otros por unas ciertas ideas de libertad de opinión y de prensa, porque estaban hartos de que las decisiones se tomaran tan lejos, en un lugar que empezaba a sonar a despotismo y a viejo, ni estaban todos de acuerdo ni juraban todos por lo mismo, ni creo que supieran exactamente qué juraban, ni mucho menos hasta dónde podría llevarlos "eso" que más de un siglo después se conmemoraría en las escuelas de un país que ni habrán soñado como la "Revolución de Mayo".

Lo cierto es que para mí, para la mayor parte de los que fuimos niños de mi generación, el 25 de mayo es un día de otoño poblado de banderas, mazamorreras, negritos pregoneros de velas, aguateros, damas antiguas de miriñaque y abanico, chicos con patillas y bigotes pintados por manos maternas con corcho quemado, escudos de cartulina y papel crepe, salones de acto escolares, maestras estrenando el tapadito de nutria, cielitos y pericón, padres de traje y corbata que aplauden el recitado patriótico, sudor en las manos y un temblor en la voz cuando empezamos a decir esos pocos versos enfáticos aprendidos de memoria y ensayados una y otra vez hasta el aburrimiento, y patio de la escuela con escarapelas en el pecho y tazones de chocolate caliente.

Juegos de días sin clases, fotógrafos con unos aparatos enormes que eternizaban las risas y los gestos de la infancia; compañeras inolvidables con las que volvíamos por fin a casa, el uniforme o el delantal ya un poco estropeado, la boina torcida, el moño deshecho. Mucho antes de que supiéramos qué celebrábamos, el 25 de mayo era un día de fiesta al que nos pasaremos la vida entera queriendo volver.

La de la izquierda de la foto soy yo; la de la derecha es mi amiga Ester, con quien tanto quería. Donde quiera que esté, cada 25 de mayo está conmigo.

3 Comments:

Anonymous Montse said...

Qué bonita y sincera la sonrisa de Ester. Y tú eres inconfundible Ali, qué linda infante, ya tenías cara de buena gente.
Me acabo de enterar de tu vuelta, he entrado por pura rutina y oh, grata sorpresa!
No te canses de escribir, me encantan tus historias. Besos.

25/5/12 23:06  
Anonymous Ángela said...

¡Cómo me gusta tu español! ¿Cielitos, pericón? Y qué rayos serán cielitos y pericón. Preciosa foto. Yo también llevaba corbata en mi uniforme del colegio.

26/5/12 11:12  
Anonymous Teresa G said...

Me gustaría leerte muchas más veces porque me encanta tu blog.Narradora genial de historias para mí desconocidas. Las de tu tierra.

27/5/12 17:19  

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