Diario de viaje: una argentina en Mallorca

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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

19 mayo 2009

En ningún diario

Limpio vidrios, lavo baños, plancho, lavo platos, paseo al perro, hago mandados, atiendo el teléfono, voy a buscar a unos al aeropuerto, llevo a otro a la puerta de la escuela. Hola ma, hola Ali, cuatro gritos, una cara torcida, vos siempre igual, qué mala onda y qué lindo día. Leo el diario, de reojo, mientras tomo otro café y pienso en la novela que llevo empezada hace una semana, escrita por una mujer un poco antes antes de que yo naciera; una novela que yo ya leí hace muchos años, pero que ahora leo como si nunca la hubiera leído, con el mismo placer y con otras penas.
Y me daré una ducha y caminaré un poco por la calle tranquila, buscando en algún lado algo que me vuelva a mi vida. Mañana iré a la playa. Pero deberé ser yo; sólo yo me devolveré mi vida.

18 mayo 2009

En el diario de hoy

En el Diario de Mallorca (www.diariodemallorca.es) de hoy me publicaron una carta de lectores que escribí hace ya mucho. Es curioso. Ahí va.



Alicia Iso. Palma.
Del uso de las lenguas
Leo con inquietud una carta de lectores publicada en el diario. Se refiere a la tan actual polémica acerca del personal sanitario y la obligatoriedad de pasar unos determinados exámenes de catalán. Me apuro a aclarar que no soy ni he sido ni podré ser nunca personal sanitario. Y que soy una inmigrante castellano parlante. Vivo en Mallorca hace cuatro años y he hecho y seguiré haciendo el esfuerzo de aprender catalán, que en mi caso es además un placer porque me gustan y me interesan todas las lenguas. Podría decir que son mi oficio. Mal podría tener yo algo en contra ni de esta lengua de Balears, que me resulta por lo demás tan sonora y tan bella, ni de cualquier otra. Desde mi llegada a esta comunidad he tratado de interiorizarme de la situación lingüística, he impulsado a mis hijos a que aprendan la lengua vernácula, porque estoy convencida de que formará parte de su integración pero también de su acervo cultural, decidan ellos seguir viviendo aquí o no cuando sean adultos (...). Pero lo que acabo de leer en esa carta de lectores me hace repensar todo lo que hasta ahora creía tener más o menos claro sobre esta lengua o sobre cualquier otra, e incluso sobre la capacidad de debatir y disentir en esta comunidad. Cuando hablando de la elección del uso de una lengua se filtran palabras como "traición", cuando se deduce que si alguien elige libremente comunicarse en una u otra lengua será capaz por esa misma opción de escupir a la cara de sus padres; cuando se invita cordialmente a alguien a colgarse de una higuera emulando a Judas por pensar de otro modo, o en otra lengua, es que algo grave, pero muy grave, está pasando. Ninguna lengua, ni propia ni ajena, debería servir para segregar, para marginar, y mucho menos para generar odios o cobrar venganzas. Las lenguas, todas las lenguas, están allí para todos, y para que todos logremos con ellas entendimiento y cooperación, racionalidad, lazos humanos, humanidad, en fin, en estado puro (...). Las lenguas, todas las lenguas, son inocentes, y de ninguna manera nos pertenecen, ni exigen contrato de exclusividad, ni el conocimiento o el uso de unas u otras nos hace mejores ni peores. El problema no son ellas. Evidentemente el problema, y muy serio, y alarmante, está en otra parte. Esperemos que entre todos, nacionales y extranjeros, baleares y peninsulares, mayorías y minorías, podamos descubrir dónde, y resolverlo sin otra cosa que las pacíficas palabras de cualquier idioma.

17 mayo 2009

Me quedan hectolitros de veneno

Así que mañana sigo, no se crean que terminé. Hay pa´todos. Pero ya voy sintiendo la panza más relajada.

La mueblería

En el camino entre Manacor (prueben a decirlo con la voz medio nasal, las aes raritas, entre a y e, y sin la r final; así muy bien, ya les salió en mallorquín, los felicito, ´tá muy bien) y Algaida hay una megamueblería impresionante. No habíamos puesto un pie en el umbral de 5 pisos y no sé cuántos miles de metros cuadrados de muebles y muebles y muebles cuando nos barajó el mismísimo dueño del lugar; un manacorí de unos 70 años, buen conversador, simpático, con ese tono que tienen los mallorquines de tierra adentro cuando hablan castellano, que a mí me encanta, y super orgulloso de su negocio, y la verdad es que tiene con qué estar orgulloso porque yo nunca vi mueblería semejante. La verdad es que no se entiende muy bien cómo puede mantenerse semejante negocio, pero eso a mí no me importa y él sabrá y ya lo decía José Hernández y lo repetía mi papá cuando era mi papá: "cuando a otro ganar veas a molestar no te metas; cada lechón en su teta es el modo de mamar".
Allí estaba el hombre recostado amablemente en una reposera en la puerta, tomando el fresco y disfrutando de las praderas verdes de Manacor, así que fue vernos aparecer y acompañarnos en el recorrido entre mesas, poltronas, sillones, camas, cómodas, mesas, mesitas, sillas, cuadros, cortinados, lámparas y los mil enseres de cuanto estilo puedan ustedes imaginarse. Iba el hombre describiendo los muebles y mechando de a poco, al principio, adoctrinamiento político y moral. Que si este Zapatero es un cortito; que entre esta gente y el morenito de "wasintón" quién sabe dónde acabaremos, así empezó. Como el Bibi es del todo imperturbable y ya le pueden decir que se han follado a su santa madre que al tipo no se le mueve ni un pelo del bigote y no sabe no contesta, y yo, dedicada como estoy y debo estar a los deberes de mi sexo no tengo ni voz ni voto ni opinión que sirva para nada, al tipo se le fue calentando la lengua mientras seguía por los sofás segundo imperio y las tumbonas de teca: que si ahora sólo faltaba que las niñas de familia anduvieran por allí abortando como las criadas, sin que sus madres se enteren, que esto ya es el no va más. Y a los 13 años. Yo murmuré que era a los 16, pero no creo que me haya escuchado, y además a él le daba igual la edad; si eran niñas de familia así tuvieran 38, qué tanto. Que para abortar, morenitas (como el de wasintón, sí), latinas y criadas, que para eso están. Y en viendo que el Bibi y yo seguíamos entregados mansamente a la perorata de los respaldos Luis XV y las sillas castellanas y las consignas morales, ya se entró a despachar a gusto. ¿Vosotros sois argentinos, verdad? Ah y qué gran país el vuestro. Lástima de país, con lo rico que ha sido. Sí claro; con lo rico que ha sido (yo, bajito; el Bibi, mutis, ya te diré cosas, me sabe mal, reina, algo así como la argentinidad al palo pero en mallorquín, mi Bibi) . Aquí quien nos ha salvado ha sido Aznar, que si no fuera por él; él nos hizo entrar a Europa, que aquí era el África hasta Aznar, señores, el África; ¿Pero ese no fue Felipe Gonzá...? yo, bajito también pero se ve que me escuchaba cuando hablaba bajito el muy taimado, porque no me dejó ni terminar. Usted no haga caso de lo que le dicen, señora, que yo le explicaré la historia de este país desde la muerte del caudillo, para que usted lo sepa y no la engañen (si supiera el pobre hombre todo lo que él, tan animoso y sonriente entre las cómodas y los dresoirs, o el mismo Dios si tuviera voluntad, tendría que hacer para que a mí no me engañen, con lo fácil que tengo yo el engaño, con lo que me han engañado y hasta desengañado a mí en la vida). ¿Usted sabe quién fue el caudillo, verdad? ( a mí las preguntas, al Bibi no porque ya se dio cuenta de que no le va hacer abrir la boca ni con un sacabocados de talabartero) sí, claro, si vosotros los argentinos sois muy cultos y estáis muy enterados, yo lo sé. Vosotros no sois como esos otros latinos que nos han llegado ahora, que no se puede con ellos, que una orgía de dos días se ha mandado la niñata que en mala hora he tomado de asistenta, y ni echarla puedo ahora, con este Zapatero, que es muy cortito. Una vez muerto el caudillo tomó la riendas el rey, y Suárez, que fueron lo mejor que nos ha pasado, después de Aznar. Y ellos nos llevaron a buen puerto. Y después Aznar, que nos metió en Europa y en el euro y en la OTAN, que si no fuera por él. Para que ahora venga este Zapatero y este otro inútil de Algaida (me imagino que hablaba de Antich, que es el presidente de la comunidad balear y que por cierto no nació en Algaida sino en Venezuela, pero eso no se lo dije ni bajito, porque si encima se entera de que es un sudaca de esos hasta quizás mañana lo tengo yo al buen manacorí en la tapa de los diarios con la noticia del magnicidio en el archipiélago) a querer mantener vagos que no quieren trabajar, porque aquí no hay paro ni hay nada, aquí lo que no se quiere es trabajar. Y vivir del catalán, que desde cuándo se habla aquí el catalán, si nosotros hemos hablado toda la vida en mallorquín (sí, y yo en argentino, qué me vienen a mí ahora con el castellano, que eso será en Salamanca) y que yo soy mallorquín y essssssssspañÓL, bien essssssssssspañÓL. ¿Y usted a qué se dedica, caballero? Yo soy médico. Ya lo decía yo, si vosotros los argentinos sois muy cultos (si supiera, si supiera este buen español); ¿y usted señora? No, yo no trabajo. Pues que muy bien, como Dios manda, usted como una reina (una reina mismamente, me agarra sin la corona ni la capa de armiño porque pensaba ir a una calita, vio, a tomar sol, y aquí donde me ve yo soy una reina muy sencilla, modesta, casi le diría barata); se ocupará usted de su casa y sus hijos, como Dios manda, y a que nadie la mata, porque esa es otra, a poner dinero para que no maten a las mujeres, a saber qué mujeres son las que matan; y no, a mí nadie me mata, la verdad, por lo menos de un saque y así muerta muerta bien muerta, lo que se dice de no respirar, nadie me ha matado todavía, ya ve que ando aquí mirando muebles, y respirando tan tranquila, sin corona; pero creo que aunque eso no se lo dije tan bajito no escuchó o le dio igual si yo estaba viva o muerta o qué sé yo. ¿Y casados como Dios manda, verdad? Claro, ya lo decía yo, y tan felices, que nosotros llegábamos al día de la boda con una ilusión (y con una calentura que pa´qué, pero eso tampoco ni bajito, que me crucifica ahí mismo, entre los bargueños y las mesas taraceadas) para que ahora las niñas de 13 años, las cosas que hay que ver; no si estos argentinos es que están muy enterados, con lo rico que ha sido su país, una lástima. Un hermano de mi padre fue inmigrante en la Argentina y ya nos lo decía, que allí había mucha riqueza, una lástima. Y así que ya sabéis, veníd cuando queráis que seréis siempre bienvenidos, y en persona ( ay mi Dios, qué delito cometí... y sigue Calderón) os ayudaré a elegir el mejor mueble, porque es un gusto tratar con gente como vosotros, que sois muy finos y muy cultos los argentinos, que se nota que sois como nosotros y no como esos otros que han llegado.
Mudo llegó el Bibi desde Algaida hasta casa, que otros ahorran en dólares y él en palabras, a mirar algún partido de fútbol en la tele, cualquiera, el que dieran, es lo mismo. Y yo a la cocina, como Dios manda, a preparar la cena, con la cabeza llena de palabras y estilos y argentinos cultos y aznares; y sin salir del asombro de haberme aprendido tan bien aprendida la historia de los últimos 30 años de España en el curso de una media hora mientras miraba sillas. Ay cuánta razón tiene mi santa madre, para qué tanto leer y leer, que sólo conseguí quemarme la vista (ni los ojos ni las pestañas, es el mismísimo sentido de la vista el que arde con los libros, hay que ver) y al final era todo tan fácil. ¿Y ya les dije olé? Bueno, ahí va de nuevo: olé y olé y olé.

De heroínas románticas y playas ventosas

Ayer fuimos a una playa que me recordó nuestras costas atlánticas: hacía un frío de tapado de piel y un viento que te arremolinaba la arena entre los dientes, que en Mallorca son bien raras; hay que buscar y buscar, o ser muy ocurrente para dar con ella de un solo golpe de ocurrencia. Yo no sé cuándo, pero un día, a ser posible antes de estar metida en un jonca y enterrada quién sabe en qué tierra lejana, porque ni eso tengo claro, dónde cazzo irán a dar mis huesos, me gustaría que no digo ya 20 sino al menos una persona en este mundo fuera capaz de aceptar mis sugerencias, mis deseos, mi precaria y temblequeante voluntad. Digamos una vez en la vida en la que yo dijera con voz de heroína romántica a punto de desfallecer: "ayyyyy, a mí me gustaría ir a pasear por la orilla de Villa Corina..." y alguien, alguien aunque no fuera humano, miren con lo que me conformo, mi Manolito, por ejemplo, al que le doy de comer y lo baño y lo expulgo y lo vacuno y lo paseo y le junto prolijamente la mierda del suelo y me debe por lo tanto fidelidad perruna, alguien (y vuelvo allá arriba, al sujeto de la proposición , que eso lo sé, por lo menos eso no me discutan, carajo) me diera un cuarto de pelota y me dijera "sí, vamos". Pero no. Ustedes me dirán también que los perros no son de andar hablando, ni siquiera por fidelidad perruna y para darle un gusto a su dueña. Igual les digo que hay humanos que tampoco hablan, nada de nada, ni media palabra. Como si fueran perros, vea. Sólo les falta gruñir, y no siempre.
La cuestión es que a mí me tocó ser de los de la tropa que tienen que ir a donde a otra, cualquiera sea, heroína con voz desmayada ordene o sugiera o se le ocurra. Así que ayer fuimos a una playa ventosa y helada de Mallorca, que hay que tener puntería.
Y hete aquí que cuando el Bibi se dio cuenta de que se moría de frío (él, porque yo ya me moría de frío desde el principio, pero eso es un detalle que no tiene la más mínima importancia) dijo "nos vamos a Manacor, a ver muebles". Y nos fuimos a Manacor, a ver muebles, faltaría más.

Sólo por hacer de "mosca cojonera"

¿Que qué viene siendo una mosca cojonera? Por lo pronto una expresión muy significativa y que a mí me causa mucha gracia; de paso: así como los argentinos tenemos muchas ordinarieces que refieren a las partes femeninas, los españoles pareciera que prefieren las masculinas y entonces resulta que he escuchado hasta a mujeres decir cosas como "no me toques los cojones" (que no son los cajones, como suponía alguno de mis hijos en su vida pre española). Pero dejemos eso: hoy estoy molestosa como mosca cojonera así que voy a dejar caer unas gotas de acidez en el blog, que nunca vienen mal y me alivian la digestión.
Ya sé que esto está mal. Pero igual según mis hijos y mi santa madre casi todo lo que yo hago hice o pretenderé hacer en la vida está muy mal, es inútil, ridículo o una pérdida de tiempo. Y además es muy probable que todos ellos tengan razón, sobre todo considerando que son tantos y se supone que de los que más me quieren o deberían quererme en este mundo. No es que yo crea que hago las cosas bien, noooooooo. De hecho si hubiera hecho las cosas medianamente bien no estaría yo ahora en la cocina de mi casa con la cabeza embotada y la panza llena de acideces que tengo que despachar en algún lado y despacharé aquí. Digamos que me he dedicado las tres cuartas partes de la vida, o quizás más, quién sabe, quizás muchísimo más, a ir por esos mundos para que me sopapearan, algo así como un contrato de exclusividad con la cachetada. Y en ese sentido después de todo tan mal no me ha ido, porque la verdad es que me ha sopapeado todo quien sin ninguna clase de consideración ni miramiento desde que tengo uso de razón y hasta la fecha. Así que nada de andar pensando de mí misma que soy una fracasada, buena para nada, inútil de mierda. No señor. Yo he tenido una función en esta vida y la he cumplido a rajatabla desde el mismísimo día en que nací. Y para volver a mi santa madre y sus sacrosantas palabras: nadie me mandó, así que ahora a destilar veneno en un blog y a llorar a lo de Braulio (Dios lo bendiga). Ahí vamos.

14 mayo 2009

Otra Bilbao y otra Argentina


Dimos mil vueltas, con todo y el famoso GPS (ahora que lo evoco, ¿dónde estará el GPS? ¿será que alguna vez lo volveremos a usar?) para encontrar el hotel cuando llegamos a Bilbao. Es probable que sea porque llegábamos con la panza caliente: antes de ir al hotel, antes incluso de llegar al centro de Bilbao, nos esperaban en casa de Octavio con una sopa que a mí me supo a gloria; venía de pasar un día de náusea horrible, encerrada en el hotel de Zaragoza (eso se los contaré después, no sé cuándo pero se los contaré, porque forma parte de algo así como un maleficio familiar) y la mesa servida y la comida caliente de Pili fueron como volver a la vida.

Pero por fin llegamos al Sheraton, donde teníamos ya la reserva vía internet. Ubicado en un lugar de privilegio, pegado a la ría y casi al lado del Guggenheim, lo primero que nos sorprendió fue que es parecidísimo al Sheraton de Mar del Plata.
Hay en Bilbao toda una renovación arquitectónica que arrancó con el museo y sigue y sigue, recuperando toda una parte de la ciudad, Abandoibarra, que a todos les parecía irrecuperable. Y el Sheraton les hace un homenaje a los arquitectos que han formado y forman parte de esa renovación; cada salón tiene el nombre de un arquitecto ilustre y entre ellos César Pelli. Y hete aquí que vengo entonces a enterarme de que del estudio de este tucumano salió todo el proyecto de renovación de Abandoibarra, que pasó de ser una zona industrial abandonada y degradada al barrio espléndido que es ahora.

César Pelli es un egresado de la Universidad Nacional de Tucumán, que era entonces, como ahora, pública y gratuita. De paso: ¿que para qué tiene que invertir un país en atender a la infancia y en educación, educación, educación más que en ninguna otra cosa? Pues para esto mismo: para ver un día a sus ciudadanos en los diarios porque han hecho algo bueno para todos, y no porque sus hijos se mueren de hambre en una sala mugrienta de hospital.

Otra Bilbao, y otra Argentina.

Como empieza el verano


Yo tengo la sensación de que recién empieza el año, porque tiene que empezar por el verano; de la misma manera que no puedo acostumbrarme a que mi cumpleaños o la celebración de la Navidad sea en la mitad del invierno. Pero lo cierto es que ya vamos por la mitad de este año raro, marcado por los viajes.
Empezamos enero en Bilbao, en casa y en la compañía generosa y amable de Octavio y Pili, que son de esa gente que parece que estuviera hecha para hacerle la vida más feliz a los demás. Quizás sea bueno poder evocar esos días vascos cuando ha pasado un tiempo y las imágenes y las sensaciones están ya decantadas. Lo que quedó, lo que ya quedará, es el calor de esos amigos tan queridos; postales de una ciudad renovada, vital y festiva a pesar de los pesares; el verde y el azul profundo de la costa del Cantábrico, con sus puertos de pescadores que se aferran a las laderas del monte, al abrigo de un mar bravo y amigo, tan parecido al mío; la memoria tenaz del paladar que evoca los sabores de esa cocina vasca, inolvidable; y la ciudad vieja, esas siete calles de laberinto oscuro y antiguo; y el valle de Ayala y la cabaña (de allí, de la cabaña, es la foto) y "el mar de Don Octavio" (que se conforma con mares mínimos, como corresponde a un leonés del páramo), y un café al calor del fuego en un hotel rural precioso (http://www.arcosdequejana.com/). Pero hay muchas más cosas para evocar de los días de Bilbao. Y ahora que se me va entonando la memoria quizás valga la pena.

Ahora o nunca

Hace tanto y tanto que no escribo una línea que creo que ya no me acuerdo bien cómo se hace. Pero me doy cuenta de que esto es un escape que me ha servido de mucho en este tiempo, y que es casi imprescindible que siga. Es un dietario, es una guía, es un índice, es una agenda del pasado, es un recurso al que acudo muchas veces en busca de consuelo o de memoria. Tengo que seguir. Y allá voy.

Hoy Joaquín y Julieta y Ramiro se fueron a Londres. Es probable que para ellos sea una escapada de fin de semana como otra cualquiera. Para mí, creo que para nosotros aunque nunca sé del todo qué piensa o qué siente el Bibi, es la comprobación de que los chicos ya son grandes y pueden muchas cosas, casi todo, sin nosotros. No está mal. No sólo no está mal: está muy bien.