Diario de viaje: una argentina en Mallorca

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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

29 octubre 2008

El otoño

Hasta antes de ayer la isla se mantenía todavía con las tibiezas del verano. Los días ya más breves, muy breves desde que el sábado cambiaron la hora, pero unas temperaturas tan agradables que por un momento hasta pensamos que el frío no llegaría nunca.
Por la calle, que sigue como siempre llena de turistas, se veían nativos ya vestidos casi de invierno, a contrapelo, sólo para estrenarse la ropa que a pesar de la crisis se siguen comprando; y guiris en ojotas y remeritas sin mangas, colorados como se ponen siempre en estas latitudes, donde se ve que los acalora hasta el aire. Todavía se disfrutaba tomando un cafecito en las terrazas del Paseo Mallorca, viendo pasar la gente y tomando un aire apenas fresco.
Ayer, abruptamente y cuando ya creíamos que la vida nos sonreiría para siempre, llegó la tormenta. Empezó con lluvias torrenciales, siguió con unos vientos de 100 km por hora; y hoy por fin a la lluvia y el viento sumamos el frío. Todavía no estamos tapados de nieve como está media España (con perdón), pero en la calle corre un viento helado que te recuerda que ya estamos bien metidos en el otoño. No está mal. Al final tanto calor ya me agobiaba un poco.
El único problema es pasear a Manolito, que parece que les apunta a los charcos, el desgraciado, y después espera prolijamente a entrar a casa para sacudirse bien sacudido.

Panellets y huesos de santos

Parece que en España (con perdón) y casualmente, y sólo casualmente, en Mallorca también, cada época del año tiene su sabor. Ahora, cuando se acerca el día de los santos, los dulces típicos son los panellets y los huesos de santos. Unos, los panellets, de tradición catalana, son una masitas de masapán que tienen mil variedades de rellenos: almendras molidas, o piñones, o membrillo, o castañas; o perfumadas con naranja o con limón, o bañadas con chocolate, o con avellanas... en fin: todas riquísimas. Las vitrinas de las pastelerías se llenan de panellets, que son uns tentación para el paladar y una condena para las caderas.
Y los huesos de santo, por lo que sé madrileños de origen, son también de masapán, pero en forma de cubanito, rellenos y bañados de un azucarado celestial. Hago esfuerzos por ni mirar cuando paso cerca, pero casi siempre termino abandonándome a la tentación y me vuelvo a casa con mi paquetito de panellets y huesitos de santo. Festejemos que seguimos en el mundo de los vivos, y esperemos que otra vez nos agarre el impulso de escribir.