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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

07 marzo 2008

Por fin Granada

Salimos de Alicante a la mañana, después de desayunar. Recorrimos lo que nos quedaba de la Comunidad Valenciana, atravesamos Murcia (kilómetros y kilómetros de sembradíos de huerta. En todos ellos se ven desde el camino a los nuevos hortelanos, todos, absolutamente todos, negros. Esos deben ser los que no caben, los que sobran. Se ve que no a todos les gustan los melones, o quizás sea que cuando comen melones no saben o no se acuerdan de quiénes son los que cultivan melones. Cosas que pasan en el camino), le erramos al camino, por supuesto, casi acabamos en Cartagena, pero por fin después de vueltas y revueltas acertamos con nuestra ruta hacia Granada. Impresiones: el camino desde el puerto de Valencia hasta Murcia es un trasiego como de hormiguero de camiones gigantescos transportando toda clase de mercaderías y de coches que a pesar de los pesares no corren, vuelan. Recién en el desvío a Andalucía, y siempre fuimos por autopista, se despejó bastante. El paisaje es, como siempre, asombrosamente diverso. Cambia el relieve, el clima, el color de la tierra y del agua y del aire, la vegetación, absolutamente todo, a cada rato. A nosotros, acostumbrados a esas extensiones infinitas de llanura en las que se nos pierde la vista, tener siempre un panorama acotado, casi íntimo, limitado siempre por un cerro, unas sierras, lomadas, ríos, no nos sorprende lo vasto sino lo concentrado.
Por fin atrás de una curva aparece en el fondo del camino el brillo de Sierra Nevada, hoy tan nevada. Y llegamos a Granada alrededor de las 2 de la tarde. Dimos un millón de vueltas, perdidos en callejones colmados de chicos y chicas con carpetas y libros. Es un día precioso de sol, pero hace frío. Por fin, ya ni sé cómo, llegamos al hotel. Deberemos tomar nota para el momento de irnos porque tardamos más de una hora desde que entramos a Granada (la circunvalación parecía la 9 de julio en hora pico, un despelote) hasta que por fin respiramos aliviados. El hotel es una joyita (www.palaciodelosnavas.com); un viejo palacio granadino reciclado, con un patio interior que huele a azahares y suena a cántaros, de pocas habitaciones, tranquilo, ideal.
Enseguida salimos a la calle, a reconocer la ciudad. Fuimos a la catedral, entramos a la capilla real, donde están enterrados Fernando e Isabel y Juana la loca y su desgraciado marido, Felipe el hermoso, parejas tan literarias, encontramos de casualidad la alcaicería, esa especie de mezcla de mercado morisco y laberinto, paseamos por las plazas de Granada, la del Carmen, la de los Reyes Católicos, la de Bib- Rambla (de ahí es la foto). Nos calentamos la panza y el ánimo con un chocolate con churros espeso y reconfortante en un café abarrotado de gente animada, caminamos, miramos, nos perdimos y por fin volvimos al hotel para adecentar un poco el cuerpo antes de salir de tapas.
La primera cena de Granada: un bar cualquiera donde no cabe un alfiler, con sólo barra y gente, gente, gente. Una copa de vino y tapas; tajadas de pan crujiente y fresco rociadas con aceite, y encima chorizo o jamón o queso de cabra y tomates cherry o uvas con queso azul o paté con una lámina de frutillas o o oooooooohhhhhhhhh milagros del paladar apoyados en apenas un pedazo de pan. Y a pasar la primera noche en Granada, que las primeras noches son siempre gloria.

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