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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

15 febrero 2007

A las 7 en el bar Bosch

Hace tiempo, allá por abril del año pasado, les conté de la alegría y también la sorpresa, casi la incredulidad, de haber encontrado amigos tan queridos en internet. Uno podría a esta altura no sorprenderse; después de todo si cada día nos dicen que esto de las computadoras ya ha modificado y seguirá modificando de manera radical nuestras vidas; que montones de cosas que tardábamos horas en hacer, desde comprar unos pasajes de avión, planificar un viaje, alquilar un departamento, enviar engorrosos y larguísimos trabajos a un congreso, buscar una cantidad de información a la que no hubiéramos podido acceder ni recorriendo cientos de bibliotecas, tantas cosas, las resolvemos ahora desde casa apretando botoncitos, por qué no pensar que de alguna forma internet puede funcionar también como el café de la esquina, y un café en el que podemos encontrarnos no sólo con el vecino de enfrente sino con gente que vive en lugares muy lejanos, que quizá nunca conoceremos.
Pero, pero, pero...sí, los peros son inevitables. Como en mi infancia las madres nos recomendaban cada vez que pisábamos la puerta cosas que nos parecían tan increíbles como "si un señor te ofrece un caramelo salí corriendo" (nunca terminé de entender lo del caramelo y el correr, pero debe ser porque hasta ahora nunca nadie me ha ofrecido así, graciosamente y sin mediar otra palabra, un caramelo por la calle), ahora nos recomiendan hasta por la radio que tomemos mil precauciones con la gente que conocemos por internet. Parece, y seguramente debe ser cierto, yo no quiero de ninguna forma tomarme esto en chiste, que uno puede encontrarse en internet, y hasta caer embaucado, con cualquier clase de depravado que anda por esos mundos, digamos abriéndose el sobretodo cibernético; desde ofertas para ser literalmente masticado como si uno fuera un pedazo más o menos suculento de mortadela, hasta villanos de todo tenor que andan por allí buscando incautos para sonsacarles datos bancarios, direcciones de tesoros bancarios, qué sé yo. Malos, en fin; gente malísima.
Pues muy bien. Así será. Ya les dije hace un ratito que cuando uno deja de creer en los Reyes Magos y el ángel de la guarda generalmente cae en las creencias más inútiles y absurdas. En fin: yo les repito a mis hijos, que ya son todos más altos que yo (y no quiero comentarios malévolos con mi estatura digamos "small") y tienen todos más pelos en las piernas que yo (sólo porque son varones, aclaro, que si no, habría que ver) que tengan mucho cuidadito con lo que hacen en internet; que nada de andar revelando asuntos secretos a extraños que quién sabe qué sádicas intenciones han de tener.
Pero lo cierto, lo verdaderamente cierto, es que yo en internet me he encontrado con gente no sólamente buena, noble, inteligente, divertida, sino que he conseguido amigos a los que quiero muchísimo, con los que he podido contar en momentos en que hasta yo misma me hubiera abandonado, y con los que estoy segura de que podré contar ya para siempre. Mercedes, mi querida Oriental, como si fuera mi hermana gemela del otro lado del río (sí, el Río de la Plata, nada de mares, no) Octavio y Pili, todos generosidad, inteligencia, vitalidad, son ya para mí amigos para siempre, y tan queridos y tan cercanos como si hubieran sido mis amigos de toda la vida. Y Virginia, esa argentinasuizacheca a la que todavía no he visto nunca pero que creo que tiene tanto que enseñarme y ya siento tan cercana; y Daniel, y Moira; en fin: mi ángel de la guarda, el mismo que allá en la infancia me amparaba entre sus alas de los terrores nocturnos, se debe haber actualizado y debe andar por internet; y evidentemente me va llevando de la mano y reuniéndome sólo con gente decente y buena. O será que uno en todas partes, en el café de la esquina o en el cyberespacio, encuentra, como dicen que decía Pasteur, ni más ni menos que lo que busca. Qué sé yo.
Ayer a las 7 de la tarde, en el muy palmesano bar Bosch, ha ocurrido otra vez ese milagro de encuentro vía internet. Allí nos encontramos Ignacio y yo, otra vez cumpliendo el rito de las señales de identificación medio absurdas; y a los 5 minutos de vernos por primera vez en la vida ya estábamos charlando como si hubiéramos sido vecinos durante años. ¿Que quién es Ignacio? Ah bueno, después les cuento.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ésto empieza a rener más suspense que una película de Hichkot (o como se escriba).

15/2/07 14:32  
Blogger albertiyele said...

Ya tengo otra excusa perfecta para insistir e insistir en que bajes de esa Bilbao fría y lluviosa a la primaveral Palma: Ignacio, Octavio, te va a encantar. Si serás malpensado! No, ya sé que no te va a encantar; que a vos te encanta tu Pili.Pero me parece que te va a encantar conocerlo; y nadie como él te va a poder mostrar, por ejemplo, Valldemossa. Vos andá hojeando aquel libro de Mallorca, a ver si te entra el entusiasmo.

15/2/07 16:07  
Anonymous Anónimo said...

Gracias por incluirme entre tus amistades. Yo también me siento tu amiga.
Besos desde ésta que es tu tierra.
Moira/Inma

10/4/07 19:23  

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