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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

01 junio 2006

Conmoción

En la madrugada de hoy se ha muerto en su casa madrileña Rocío Jurado. No estoy segura, pero creo que en Argentina no se sabe muy bien qué significa esta mujer en España; al menos yo no lo sabía. Para que me entiendan creo que es algo así como si en Buenos Aires se muriera Sandro. Un icono de una época y de una manera de ser español, que ha convocado a multitudes en ceremonias de muerte muy antiguas. Ella cantaora, su marido torero, no creo que haya algo más representativo de la imagen que para muchos fue al menos una España durante tanto tiempo.
Tiene además dos añadidos que siempre le suman conmoción a la muerte: era demasiado joven para irse, y padeció una agonía que no le deseo ni al peor enemigo.
En la tele, en la radio y en la calle casi no se habló de otro tema durante todo el día. Y desfilaron infinidad de personajes, que para mí salvo algunas excepciones son desconocidos. Hasta salieron a relucir filmaciones de la ya mítica Rocío almorzando con Mirtha Legrand!
Todo lo miré con una cierta curiosidad de entomólogo; con compasión, por supuesto; con la compasión que se siente siempre ante la muerte de una persona a la que si la vida tuviera algo de lógica le deberían quedar todavía muchos días por vivir. Pero ahora, ya muy tarde, he visto en la tele algo que me ha resultado muy conmocionante. Rocío Jurado era andaluza, de Cádiz, de un pueblo que se llama Chipiona. Y a la medianoche llegaron allí sus restos, en cajón cerrado. La velarán durante toda la noche en el santuario de la Virgen de Regla. El pueblo entero, chicos y viejos, hombres y mujeres, la recibió entre oles y palmas andaluzas; no aplausos, no, sino palmas de esas de ritmo de tablado. Los costaleros de la Virgen, los mismos que pasean la imagen en las procesiones de las fechas señaladas, la sacaron a puño del coche que la llevaba, la cargaron a hombros, giraron con detenido cuidado el cajón, envuelto en las banderas de España y de Andalucía, para que entrara en la iglesia de frente; y finalmente la mecieron en el aire detenido de su Chipiona, ante el pueblo entero que daba palmas y gritaba oles a su paso.
Por un día no se escuchó hablar del estatut, ni de Otegui, ni de la ETA ni del PP. España se detuvo a despedir a una folklórica, de las pocas que quedan. Me dio la impresión de que España se detuvo a despedirse dolorosamente de una parte de si misma.

1 Comments:

Blogger noa said...

!Que maravilla! te he dicho siempre: todo es bueno, pero tus finales son de antología, creo que das certeramente en el clavo(me ha encantado ese final) No se como sale a la luz alguien que escribe como tú, pero creo que has de hacer algo para que así sea.

25/5/12 13:59  

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