Mi foto
Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

23 noviembre 2005

Aclaraciones

Es probable que a quienes se tomen el trabajo de leerme durante un tiempo los sorprenda escucharme ser dura con España, y con los españoles. A quienes conocen mi historia entera, porque saben que desde siempre me ha ligado a esta tierra mucho más que unos viajes o incluso una lengua, unas costumbres, un modo de vida parecidos al mío, al nuestro. A quienes me conocen menos porque pensarán, sin decírmelo, a qué corno se fue esta mujer a un país que ahora critica tanto. Y necesito, para poder seguir sin sentirme culpable, hacer algunas aclaraciones. La historia de España, la reciente y la no tan reciente, no me es ajena; nunca me fue ajena. La literatura española me acompañó desde la infancia, y con ella inevitablemente se filtraban episodios históricos, geografía que yo imaginaba con detalles, olores, sabores, alusiones, hasta el lenguaje, el modo de decir español tan peculiar y tan bello y tan sonoro.
Pero hay además, desde el principio, un vínculo familiar con España. La primera vez que vine, casi una niña todavía, mis dos abuelos españoles ya habían muerto.Uno de ellos, abuelo Pedro, mi querido y lejano y baturro abuelo Pedro, hacía muy poco. Recuerdo muchas cosas de ese viaje (incluso Mallorca), pero como fogonazos; y entre esos fogonazos recuerdo haber visto desde el aire por primera vez tierra española; un cuadriculado de sembrados, como un gigantesco rompecabezas minucioso y prolijo que aparecía entre las nubes después de no sé cuántas horas de avión (después, cada vez que he vuelto, he sentido un alivio de llegada cuando por fin se divisa esa tierra trabajada, cultivada, como consumida hasta la extenuación). Y recuerdo que aun antes de llegar, todavía en vuelo, pensé y sentí que tenía que abrir bien los ojos para ver, que por fin llegaba a la tierra de mis abuelos, casi escribo que por fin volvía, que por fin volvía a la tierra de mis abuelos.
Desde entonces ha pasado mucho tiempo y han pasado muchas cosas; en mi vida, en España, en Argentina. Ni esta es la España que yo pisé por primera vez a finales de los 60, ni aquel, ay, es el país de mi infancia. Pero siempre, a lo largo de todos estos años, a pesar de todos los cambios, España ha sido y es para mí la casa de mis abuelos. Esa casa donde te quedás a dormir cuando tus padres salen una noche; un refugio. Esa casa donde tenés incluso un lugar asignado en la mesa y una cama que es la tuya de siempre; un amparo. Esa casa donde te metés en la cocina, o revolvés los cajones, o abrís la heladera, sin preguntarle a nadie, sin pedir permiso; territorio familiar y seguro. No tu casa; no tu olor ni tus sábanas ni tu espejo en el baño. Pero la casa de tus abuelos: un refugio, un amparo, territorio seguro.
Cuando lean mis amarguras, mis reproches con esta España en la que ahora me ha tocado vivir, sepan siempre que estoy hablando de mis abuelos. Estoy hablando con la dureza y con el cariño y el afecto para siempre que uno siente y ha sentido con sus abuelos. Con el mismo dolor con el que hablo de mi país, de mi querido país. Yo no sé cómo me irá aquí; no sé si me quedaré mucho tiempo, si volveré en unos meses o unos años, o esto será ya mi porvenir definitivo. De cualquier manera, aquí o allá, España estará conmigo para siempre.
Y dicho esto, que ya no diré más, estoy en condiciones de contarles mañana muchas cosas. Podría empezar por mi "Ugenia" (que estoy pensando y repensando la forma de hacerla chiquita y portátil para poder llevarla en un bolsillo o en mi cartera a donde quiera que vaya, como quien lleva la radio); o por la increíble y francesa (diría mi abuelo Pedro) George Sand, que ha pasado un invierno en Mallorca (y ni un invierno entero) y ha escrito unas cosas de estos mallorquines que no puedo entender cómo esta gente vende tan frescamente sus libros como si encima fueran un honor o una guía de recomendación turística; o de algunos ángeles que me han acompañado y me acompañan todavía cuando deambulo por el barrio antiguo de Palma mirando para arriba; o por un veinteañero pelilargo y maleducado, con aire de "no te doy bola" que trabaja como recepcionista de un centro cultural palmesano (!!!!), y que mientras me atendía en un catalán resbaladizo y me imagino que muy mal hablado se fumaba un porro con el que me ahumaba el pelo y la ropa. Ya veremos, ya veremos por dónde empezaré mañana.

0 Comments:

Publicar un comentario

<< Home